EL ANGEL DEL CEMENTERIO

Escribe Ely.

Caía la tarde y el viento arrancaba una a una las hojas que caían en remolino formando un edredón sobre la tierra, que se arrebujaba comodona entre sus pliegues.
Los fresnos y los robles eran los más desnudos, mientras que los cipreses, adustos señores vestidos de levita verde oscuro se balanceaban melancólicos como lamentando el espectáculo.

En el pequeño cementerio, todas las propiedades tenían un jardincillo alrededor y enfrente de la diminuta capilla una fuente de piedra elevaba tres chorros de agua que caían en forma de lágrimas, muy apropiadas para el lugar..
En un rincón, cerca de la alta tapia, había una lápida. Su deslucido mármol hablaba de abandono y olvido. A la cabecera, sobre una columnata se veía una hermosísima talla de piedra representando un ángel con las alas plegadas, los ojos bajos, las manos entrelazadas en actitud de rezo y una cascada de pétreos rizos cayendo sobre sus abatidos hombros..
Era una magnífica talla, más propia de un Mausoleo que de aquella humilde tumba perdida. Nadie en el pueblo quería hablar de ella y las viejucas se santiguaban apresuradamente cuando algún turista hacía mención de ella.

Día atrás había yo llegado al pueblo escapando de mi misma y aquella tarde mis pasos se encaminaron hacía el cementerio, buscando quizá en el final, una forma de reconstruir mi principio, me acompañaba Juan, un chiquillo de diez años hijo de la patrona de la fonda donde me hospedaba. Entre brincos y carreras de ida y vuelta como perrillo juguetón me iba contando con su voz cantarina las historias y leyendas que corrían por el lugar.

___ “Este es el cementerio, señorita, es muuuuuuy viejo, dice mi abuela que viene del tiempo de los romanos... aunque, no sé por qué se venían hasta aquí esos romanos para enterrar a los muertos.....pero eso dicen. ¡Mire! esa tumba siempre está deshecha “____y me señalaba un montón de piedras_____”...dicen que cada vez que la arreglan y la vuelve a levantar, por la noche, se vuelve a caer....porque en ella enterraron a un hereje..... y como no podía estar en lugar sagrado, las piedras se caen solas...

Y así una tras otra, todas tenían su historia. Por fin llegamos ante el Angel. La perfección de sus formas me impresionó.

___”Oye Juan, que bello es este Angel, sabes quien lo esculpió?” ___ El chiquillo se había quedado rezagado y no se veía dispuesto a acercarse.

_____”pues, pueeees, dicen que nadie.....”

____” Como nadie?... alguien lo debió de esculpir y después lo puso aquí.....”

______ “ ¡No, señorita, no, nadie lo puso ahí..... en esa tumba está enterrado Maese Pedro, el cantero que hizo todas las demás estatuas que hay en este cementerio. Dice mi abuela que su abuela le contaba que era un hombre muy raro.... nadie sabía de donde había llegado....vivía solo con una nieta, una chica muy guapa mas mayor que yo, como de 15 años que se llamaba Ángela... Un día, salió a buscar leña al monte y no regresó.

Jamás la volvieron a encontrar, dijeron que se había perdido, pero luego encontraron sus ropas manchadas de sangre esparcidas entre los árboles...... no se supo si fueron hombres o lobos...y Maese Pedro desde entonces, jamás volvió a trabajar, se fue apagando poco a poco como luz de candil hasta que se murió. Lo enterraron aquí mismo y pusieron esa lápida, a los pocos días apareció el Angel y desde entonces ha estado ahí........”

El frío se dejaba sentir y Juan tiraba de mi falda para que volviéramos. Despacio, me retiré del lugar. Antes de salir del cementerio, volví la cabeza para admirar de lejos el Angel...... ¿Sería la penumbra?.....¿Sería el velo de humedad que cubría mis ojos?.....no lo sé, pero la pétrea melena del Angel parecía flotar en el viento y sus alas , antes plegadas, se abrían amorosamente cuidando la tumba de Maese Pedro.

ESP.