Ely me ha mandado este cuento para que lo publique. Deciros que voy a pasar una semana con mi familia y os dejo esto hasta mi vuelta. A los que han preguntado por mi salud, que estoy perfectamente, los análisis han dado todo bien. Muchas gracias por el interés. Salud, Genín.
Celosía viene de celos.
A través del encaje abigarrado, profuso en rosetones y salpicado de brillante hojarasca de hierro que velaba el amplio mirador, los ojos vigilantes de Mercedes seguían inquietos las idas y venidas de los paseantes. La vetusta mansión de los García de Alba, daba su frente al Paseo de los Alamos, famoso por sus árboles y fuentes, socorrido de la juventud para sus escarceos amorosos y procurado por la vejez en sus rincones soleados que mitigaban los gélidos ramalazos del reuma.
Merceditas, mientras las manos se afanaban en el bordado en turno, seguía con mirada atenta desde su velado palco el desarrollo de la Comedía de la vida, con el secreto anhelo de ser llamada alguna vez a escena.
Había pasado los veinte y los treinta iban quedando atrás, pero fiel al lema de su abuela, se había mantenido encerrada en el Arca, por eso de que “ ...el buen paño.....”
Salía todas las mañanas a misa de siete acompañada de la vieja Remigia que le había enseñado los primeros pasos y había corrido con ella por los distintos senderos del Paseo de los Alamos. Siempre con la misma arritmia en el corazón y la esperanza latente de que algún guapo y joven caballero cruzara su mirada con la suya a la salida del templo.
Pasó sus primaveras conteniendo el aliento en la espera y cuando le llegó el verano, ya había algunas nubes de lágrimas en sus ojos que no encontraban respuesta a la interrogación de todos los días.
Poco a poco la casa se fue quedando sola, primero fue la abuela y con los aires del otoño cayeron el padre y la madre, casi juntos, como dos hojas arrancadas suavemente y sin ruido apenas.. Mercedes, detrás de la Celosía del mirador bordaba y celaba un entorno que la envolvía pero del que era ajena.
Una tarde, en el pasar y repasar de la mirada, quedó en suspenso... la mano quieta, la aguja en alto... un hombre con pasos cortos y la vista fija en su balcón llegaba hasta el extremo de la calle, volvía sobre sus pasos y seguía mirando...mirando...así una vez, dos, tres... A la cuarta no pudo contenerse, con el corazón brincándole en el pecho, se volvió hacia el ama que dormitaba sobre las cuentas del rosario.
___!Remigia....Remigia!... Necesito unos hilos, se me han terminado el rojo y el amarillo...! Remigia, mujer! No me oyes?___Con sobresalto la anciana abrió los ojos asombrada
___ "“Que dices niña?, Que pasa?... Que quieres?...
___Nada mujer, nada, no te asustes, anda y ve a la mercería y me traes dos madejas de cada uno de estos hilos___Se lo decía apresurada mientras disimuladamente guardaba en el bolsillo del delantal todas las madejas de ese color.
Torpe, se levantó la mujer y mientras Merceditas la empujaba hacia la puerta le iba diciendo:
____” Y mira, hay un caballero ahí enfrente que está mirando hacia el balcón de nuestra casa, a lo mejor necesita algo....o busca a alguien o quiere preguntar algo....Cuando salgas, pasa cerca de él, seguramente que algo te dirá ¡ pero ¡muévete mujer! Antes de que piense que la casa está deshabitada....____ y seguía empujando a Remigia que la dejaba hacer con la boca abierta por la sorpresa
En cuanto el ama salió de casa, Mercedes corrió al balcón y detrás de la Celosía se aprestó a presenciar el encuentro.
Efectivamente, no hizo más que salir la mujer, cuando el caballero cruzó la calle y se acercó. No se escuchaban sus voces y Merceditas con las manos sobre el pecho, sentía que por fin su espera había dado frutos. Después de unos minutos de charla el hombre se despidió con una sonrisa y con una última mirada al balcón dijo adiós a Remigia y desapareció entre los árboles del paseo.
La impaciencia la llevó a esperar la vuelta del ama detrás de la puerta, que abrió en cuanto oyó sus pesados pasos, sin
dejarla llamar, la tomó de la mano y la metió de un tirón....
____Vamos, vamos....mira que tienes calma mujer! No ves que necesito los hilos?....y dime, dime que te ha dicho?, quien es?. Que busca?, Que quiere?.....Acaso a preguntado por alguien? Quizá por mi? ¡Vamos mujer....di algo....!Jesús ...Jesús que calma!.
____Si, niña, si, espera y no me aturdas...Preguntarme?, si, si me ha preguntado, pero no quería saber de nadie....me ha dicho que si por casualidad yo no sabía quien era el que había forjado la Celosía del mirador....dice que es una obra de arte, que no ha visto otra como esa y cuando le dije que la habían hecho en la Herrería del Cojo , la que está por la Cuesta del Fraile, me ha dado las gracias y se ha marchado....
Merceditas ya no escuchaba, sin decir palabra volvió a su silla en el mirador y retomó el bordado...__! Aquí están los hilos que me pediste____ le gritó Remigia y se quedó con la mano extendida. En los ojos de Merceditas nublados por las lágrimas había una mirada mezcla de rabia, desolación y celos reconcentrados.... “Lo que miraba era la Celosía.....solo miraba la Celosía......
E.S.P.
A través del encaje abigarrado, profuso en rosetones y salpicado de brillante hojarasca de hierro que velaba el amplio mirador, los ojos vigilantes de Mercedes seguían inquietos las idas y venidas de los paseantes. La vetusta mansión de los García de Alba, daba su frente al Paseo de los Alamos, famoso por sus árboles y fuentes, socorrido de la juventud para sus escarceos amorosos y procurado por la vejez en sus rincones soleados que mitigaban los gélidos ramalazos del reuma.
Merceditas, mientras las manos se afanaban en el bordado en turno, seguía con mirada atenta desde su velado palco el desarrollo de la Comedía de la vida, con el secreto anhelo de ser llamada alguna vez a escena.
Había pasado los veinte y los treinta iban quedando atrás, pero fiel al lema de su abuela, se había mantenido encerrada en el Arca, por eso de que “ ...el buen paño.....”
Salía todas las mañanas a misa de siete acompañada de la vieja Remigia que le había enseñado los primeros pasos y había corrido con ella por los distintos senderos del Paseo de los Alamos. Siempre con la misma arritmia en el corazón y la esperanza latente de que algún guapo y joven caballero cruzara su mirada con la suya a la salida del templo.
Pasó sus primaveras conteniendo el aliento en la espera y cuando le llegó el verano, ya había algunas nubes de lágrimas en sus ojos que no encontraban respuesta a la interrogación de todos los días.
Poco a poco la casa se fue quedando sola, primero fue la abuela y con los aires del otoño cayeron el padre y la madre, casi juntos, como dos hojas arrancadas suavemente y sin ruido apenas.. Mercedes, detrás de la Celosía del mirador bordaba y celaba un entorno que la envolvía pero del que era ajena.
Una tarde, en el pasar y repasar de la mirada, quedó en suspenso... la mano quieta, la aguja en alto... un hombre con pasos cortos y la vista fija en su balcón llegaba hasta el extremo de la calle, volvía sobre sus pasos y seguía mirando...mirando...así una vez, dos, tres... A la cuarta no pudo contenerse, con el corazón brincándole en el pecho, se volvió hacia el ama que dormitaba sobre las cuentas del rosario.
___!Remigia....Remigia!... Necesito unos hilos, se me han terminado el rojo y el amarillo...! Remigia, mujer! No me oyes?___Con sobresalto la anciana abrió los ojos asombrada
___ "“Que dices niña?, Que pasa?... Que quieres?...
___Nada mujer, nada, no te asustes, anda y ve a la mercería y me traes dos madejas de cada uno de estos hilos___Se lo decía apresurada mientras disimuladamente guardaba en el bolsillo del delantal todas las madejas de ese color.
Torpe, se levantó la mujer y mientras Merceditas la empujaba hacia la puerta le iba diciendo:
____” Y mira, hay un caballero ahí enfrente que está mirando hacia el balcón de nuestra casa, a lo mejor necesita algo....o busca a alguien o quiere preguntar algo....Cuando salgas, pasa cerca de él, seguramente que algo te dirá ¡ pero ¡muévete mujer! Antes de que piense que la casa está deshabitada....____ y seguía empujando a Remigia que la dejaba hacer con la boca abierta por la sorpresa
En cuanto el ama salió de casa, Mercedes corrió al balcón y detrás de la Celosía se aprestó a presenciar el encuentro.
Efectivamente, no hizo más que salir la mujer, cuando el caballero cruzó la calle y se acercó. No se escuchaban sus voces y Merceditas con las manos sobre el pecho, sentía que por fin su espera había dado frutos. Después de unos minutos de charla el hombre se despidió con una sonrisa y con una última mirada al balcón dijo adiós a Remigia y desapareció entre los árboles del paseo.
La impaciencia la llevó a esperar la vuelta del ama detrás de la puerta, que abrió en cuanto oyó sus pesados pasos, sin
dejarla llamar, la tomó de la mano y la metió de un tirón....
____Vamos, vamos....mira que tienes calma mujer! No ves que necesito los hilos?....y dime, dime que te ha dicho?, quien es?. Que busca?, Que quiere?.....Acaso a preguntado por alguien? Quizá por mi? ¡Vamos mujer....di algo....!Jesús ...Jesús que calma!.
____Si, niña, si, espera y no me aturdas...Preguntarme?, si, si me ha preguntado, pero no quería saber de nadie....me ha dicho que si por casualidad yo no sabía quien era el que había forjado la Celosía del mirador....dice que es una obra de arte, que no ha visto otra como esa y cuando le dije que la habían hecho en la Herrería del Cojo , la que está por la Cuesta del Fraile, me ha dado las gracias y se ha marchado....
Merceditas ya no escuchaba, sin decir palabra volvió a su silla en el mirador y retomó el bordado...__! Aquí están los hilos que me pediste____ le gritó Remigia y se quedó con la mano extendida. En los ojos de Merceditas nublados por las lágrimas había una mirada mezcla de rabia, desolación y celos reconcentrados.... “Lo que miraba era la Celosía.....solo miraba la Celosía......
E.S.P.