¡A las 10 en casa!

Supongo que todo el mundo tiene esos recuerdos que sin saber como, le llegan de repente, sin causa aparente y no le dejan a uno indiferente. Ayer, mientras caminaba mi paseo diario, me acordé de mi primer amor, apenas si estaba saliendo de la niñez, tenia 14 años y ella 13, aunque San Sebastian era en aquellos tiempos una ciudad relativamente pequeña, el hecho de que ambos vivíamos cada uno en un extremo de la ciudad, nos ocasionaba problemas, bueno, sobre todo a mi, porque queríamos estar juntos, arrullándonos hasta el ultimo segundo.

Mis ordenes, eran que tenia que estar en casa antes de que el reloj de mi casa empezara a dar las campanadas de las 10 de la noche so pena de recibir un castigo que ya conocia muy bien, consistente en un jarabe de palo que mi prima me aplicaba con fruición y con mucha destreza, y que por mas que fueran los castigos frecuentes, jamás me podía acostumbrar a ellos.

Como habrá alguien que no lo sepa, a pesar que ya lo conté en mis post del ejercito, o no recuerde esos post anteriores, para que se entienda, debo decir que mi prima era mi tutora, vivíamos solos, habíamos venido de Venezuela enviados por mis tíos que me habian adoptado desde chiquitín, padres de mi prima, para alejarla a ella de un frustrado romance en Caracas, con la disculpa de mandarme a mi a estudiar bachillerato a España. Hecha esta aclaración, continuo con mi historia de amor.

Un caballerete en ciernes como era yo...jajajaja Al terminar la cita, debía acompañar a mi dama hasta el portal de su casa, y lo hacia, pero siempre ocurría igual, esperaba hasta el ultimo momento, nos costaba mucho soltar nuestras manos, dejar de acariciarnos y despedirnos hasta el día siguiente, por lo que nunca la dejaba a tiempo para llegar a mi casa a las 10 pm. En cuanto ella se metía a regañadientes en el ascensor, yo salia como una flecha corriendo sin parar, mas de media hora, atravesando la ciudad a toda velocidad para llegar a mi casa, sudoroso pero sin ningún cansancio, porque el temor lo evitaba, mi única esperanza era que mi prima hubiera salido y no hubiera regresado todavía, mi corazón latia con fuerza y a toda velocidad mientras subia las escaleras.

Si ella estaba en casa, me tenia que resignar a escuchar todos los improperios del mundo, aunque eso era lo de menos, como si hubiera cometido yo un crimen horroroso, y dependiendo de su humor, la paliza seria mas o menos corta, con mas o menos saña, pero siempre utilizaba el hierro de la cocina, un palo que tenia para esos menesteres, o si tenia suerte, la zapatilla que dolía menos, pero nunca jamás, recuerdo que me perdonara la paliza.

A veces, incluso, llegaba mientras sonaban las campanadas de las 10, pero una vez que empezaba a sonar la primera, aunque ya hubiera entrado en casa, el castigo era inevitable y lo aplicaba sin contemplaciones.
Afortunadamente ella estaba ausente muchas veces a las 10 pm, que era la unica forma de librarme de la paliza de turno, porque tengo que reconocer que a pesar de las palizas continuas, yo siempre llegaba tarde, siempre he sido muy burro y los castigos nunca me han amedrentado para hacerme desistir de lo que me interesara, aun hoy en dia, claro que hoy nadie me pega palizas... jajajajaja


Nunca le decía nada a M. mi primer amor adorado, no quería que sufriera, ni correr el riesgo de que me obligara a despedirnos antes para así evitar el castigo.Además, por otro lado me daba vergüenza de que la gente supiera las palizas que yo recibía por cualquier cosa, por cualquier nimiedad, y sobre todo de la forma tan cruel de aplicar el castigo. Todo esto no disminuía mi amor por M, por el contrario, yo seguía recibiendo las palizas aunque no gustoso, con tal de que como a veces sucedía, no me castigaran sin salir de casa. Pero esto no ocurría a menudo, yo creo que preferia aplicarme las palizas.

Sin embargo, ayer, yo no recordaba a mi prima, ni sus palizas, ni su amargura, ni mi sufrimiento, solo recordaba nuestro primer amor, con mucho cariño a M. su manifiesto amor, sus caricias y dulzura, nuestros castos e inocentes (?) besos, eran otros tiempos, nada que ver con los muchachitos de esas edades ahora, (Que pena de tiempo perdido...jajajaja) aunque eso si, llenos de pasión, nuestras ganas de vivir, las escapadas en bicicleta, las meriendas en el campo, en los caseríos, los arrullos en el cine, las manitas que hacíamos con fruición, las caricias en la playa, nuestros planes de futuro, para nada me acordaba de las palizas que solo al narraros esto han salido a relucir en mis recuerdos, pero ayer me acordaba solo de lo preciosa que era ella, y lo mucho que la quería, lo enamorado que estaba, mi primer amor, y por unos momentos fui muy feliz con mis recuerdos, a pesar de todo...