
El Sábado, fui a visitar a mi amigo L, recién operado de cáncer de pulmón, nos conocemos desde hace muchos años atrás, tantos, que ni siquiera hemos logrado precisar la fecha, aunque lo hemos intentado, pero en realidad eso no importa, lo importante es que seguimos siendo tan amigos como cuando ambos eramos bastante mas jovenes, lo encontré muy bien, un poco débil, supongo que eso es normal tras extirparle medio pulmón, pero en cuanto nos adentramos en la conversación, surgió la química que durante tantos años hemos tenido y sin darnos cuenta se nos pasaron las horas volando con nuestra charla, su señora, A, como solía hacer en los viejos tiempos, nos dejó solos mano a mano para aprovechar mi estancia, como ella decía, para hacer sus cosas.
Mi amigo L, tiene 56 años, es bastante mas joven que yo, desde siempre nos entendemos a las mil maravillas, igual que con su hijo A, a pesar de sus jovenes 33, le admiro mucho, porque además de ser muy inteligente, es autodidacta y tiene una gran cultura, además es una de las personas a las que nada tengo que explicar ni convencer de nada porque conoce toda mi vida pasada y actual, conoció mi empresa, mis empleos, mi infarto, mi matrimonio, mi divorcio, a mis hijas y mis nietos, mis éxitos y algún fracaso, incluso por un tiempo tuve mi ranchito en su finca, ha conocido a amigos íntimos que estuvieron conmigo durante mis viajes y me vinieron a visitar desde otros continentes, así que enseguida sabe porqué me cabreo, me pongo triste, me excito, me pongo de los nervios o suelto una carcajada repentina, es la ventaja de ser viejos amigos, soy un libro abierto para el, no tengo que ponerle en antecedentes con largas explicaciones para que entienda mis reacciones, ni tampoco malinterpreta mis actitudes . Podemos estar largo tiempo sin vernos, para enseguida ponernos al día, sin darnos cuenta del tiempo que ha pasado, continuando siempre nuestra amistad, totalmente viva.
Hablamos de política y de los corruptos, de los buenos y de los malos, de los inútiles que no saben manejar las crisis en los momentos difíciles, de algún amigo común que intentó suicidarse, de la familia Real y la República, de la amistad, la verdadera y la falsa, de los que eran muy amigos pero ya no se acuerdan de ti, los que te han arrancado de sus vidas porque ya no les eres útil y piensan que ya no te necesitan para nada, recordamos a nuestros amigos muertos, y cuando nosotros mismos estuvimos a punto de morir, me contaba como se había deteriorado la asistencia sanitaria en la Seguridad Social en el hospital en que había sido operado, de los que fueron ricos y son ahora pobres y viceversa, de nuestros hijos y nietos, las mujeres maltratadas que hemos conocido, los bestias que las maltratan, los que quedaron ya en el camino siendo tan jovenes, de nuestras vidas de emigrantes, de las injusticias de la vida para los que son inmigrantes aquí, que ya no hay diferencias entre los partidos de izquierdas o derechas, no nos queda por quien votar, son todos iguales, solo van a enriquecerse a costa de lo que sea, la crueldad de las guerras pasadas y presentes, como es ya evidente el cambio climático que notamos todos los días.
Descubrimos que ambos en alguna ocasión estuvimos escondidos de la vida, si, aunque suene raro, ESCONDIDOS DE LA VIDA, para que nadie nos viera, para pasar desapercibidos, para evitar el sufrimiento, a veces, sin uno siquiera darse cuenta , se esconde de la vida, para tomar aliento, descansar, recuperar fuerzas, y poder seguir viviendo, alguna vez, hay que esconderse de la vida, no verla y que no te vea, no sentirla, hacerse el que no se da cuenta de eso que te hacen y duele tanto, para tratando de evitar el mordisco doloroso, poder seguir luego, recuperadas las fuerzas, viviendo de nuevo con pasión, con intensidad, con alegría, de nuevo con esperanza...
En la medida que nuestra conversación avanzaba íbamos entrando en temas mas alegres, en anécdotas agradables, en recordar a los buenos amigos que tenemos, a la familia, a tanta gente que nos quiere y queremos, y de repente volvíamos a recordar a los que parece que no nos aprecian ya, los que están desaparecidos, en su día hicimos de todo para estar comunicados con ellos, mantener la amistad y no les ha interesado," bueno, ellos se lo pierden, (Decía el) porque nosotros si somos amigos de verdad, somos de los que lo dan todo y para siempre, sin esperar nada a cambio, estamos siempre ahí, sin fingir, a lo que pase, siempre listos para echar una mano.Genín, tios como nosotros ya quedan poquitos" me dijo, con gesto convencido y triste a la vez.
Terminamos reconociendo la suerte que teníamos de ser tan ricos en sentimientos a pesar de no serlo ya en bienes materiales, pero que habiendo tenido fortuna, ya no teníamos apetencias por el dinero, nuestros hijos ya estaban criados y haciendo su propia vida, les habíamos dado la mejor arma para abrirse camino en la vida: una buena educación. Nosotros tenemos la gran suerte de poder ser independientes con lo poco que tenemos, y agradecimos a la vida todo lo que nos había dado. No fueron batallitas de ancianos, no, fue una tarde entre dos amigos que se respetan, están de vuelta de muchas cosas y pisan con los pies en la tierra.
Pasé unas horas feliz con mi amigo, si, y no solo por sentir que se recuperará muy pronto del todo, al menos eso espero, también por gozar de una amistad sana, verdadera y sincera, que poco a poco, cada día que pasa, se ve todos los días que escasea mas. Lo que son las cosas, yo fui a acompañar, a ser solidario, y fui yo el acompañado, el que salió fortalecido de la visita.
Cuando regresaba en mi coche, cantaba no recuerdo que, camino de mi ranchito, era de noche, el cielo plagado de estrellas, mi espíritu en paz y mi corazón limpio y alegre agradecido por todo lo que me daba la vida.